Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. Es bíblico, creo, pero esto lo escribo también para las personas que no creen en Dios (aunque El esté allí, creyendo aun que ellos pueden ser sus hijos). A la biblia no le resto autoridad al decir que para aquellas personas no tiene importancia todo lo que de la biblia pueda citar, así que eso es todo lo bíblico que intencionalmente usaré, a menos que necesite irremisiblemente, remitirme a ella.
Dios nos ha dado(no dije que no iba a nombrarlo a El) una capacidad, infinita, un poder supremo, una cualidad irrevocable, a cada uno de los seres humanos; el Libre Albedrío,-acrónimo nuevo, LA.-.
¿En qué consiste? ¿Cuál es su tan increíble poder? Ustedes conocen muy bien la respuesta. Esas dos palabras encierran, en su concepto práctico, el poder más increíble y más peligroso de todos, el poder de la decisión.
¿Qué? ¿Que por qué es peligroso? Eso es fácil de responder, las decisiones no deberían estar a la merced de una raza tan débil como la nuestra, con toda esa nube de odio, iras, avaricia, orgullo, y tantas otras cosas sobre cada persona, pero debemos recordar (como los tejones) que no fue así desde siempre, ya que mucho tiempo atrás, existió, como en un cuento, una raza joven, perfecta y pura.
El primer hombre fue creado un día, y la primera mujer de su carne fue sacada, y se les dio potestad para gobernar sobre toda otra criatura en la plenitud del planeta, todo sería perfecto mientras se guardara un solo estatuto:
No comer del fruto de un árbol.
El comienzo del fin
Mucho antes de estos hechos, una rebelión se había llevado a cabo en los niveles a donde la carne y la sangre no tienen acceso. Un ángel de gran autoridad quiso ¨ derrocar ¨ a Dios, y él lo expulsó de su presencia junto con todo su séquito.
Su caída destruyó todo el mundo natural de esa época, y todo se hizo tinieblas.
“¡Sea la luz!” y la luz se encendió de nuevo por su palabra, la obra creadora comenzó de nuevo, esta vez con una nueva especie, el ser humano.
Una vez dada la orden que debía existir, comenzó la era del edén; no sabemos cuánto habrá durado, pero creo que todos sabemos cuando terminó. Con la primer mujer desobedeciendo, engañada por aquél ángel rebelde que fue echado del ¨ cielo ¨ y con los seres humanos siendo desterrados del paraíso terrenal.
¿Por qué cuento esto? ¿Qué tiene que ver con el tema? ¿Ya se habían olvidado del tema, verdad?
Cuento esto porque esa era terminó con unas cuantas promesas, una en particular decía que de la descendencia de ellos saldría alguien que destruiría aquel mal que existía, pero que le costaría lo más preciado.
Esa promesa se cumplió, y ahora todos conocen su Nombre.
Hoy, las promesas se han vuelto comunes, la gente ha perdido aquello que los movía por cumplirlas. La humanidad ha humanizado el Peso de las Promesas.
Ahora las evitamos con excusas, creadas para ocultar nuestra inconstancia, nuestro desprecio hacia los compromisos, nuestra toda parcialidad. Alguien me sugirió este tema, como pedí, y no me negué, porque es algo que hay que gritar, que vociferar, para componer el error causado por el propio mal uso de nuestro Libre Albedrío, que nos induce a ¨ resbalar ¨ con la boca, haciendo pactos a la ligera, bien por irnos rápido, bien por no quedar mal, y cuántas otras razones para contestar SI, a la pregunta: ¿LO PROMETES?
Por eso hay tantos divorcios, tantas relaciones rotas, tantos malentendidos y discusiones generadas a partir de los deslices de ¨ Sí, lo prometo. ¨
Mejor no prometer hacer algo, porque somos humanos, somos propensos a fallar. Yo aprendí a prometer intentar, y eso sigo haciendo, intento, intento cambiar al mundo, aunque sea una persona a la vez, porque eso también es parte de mi propósito. Hay un texto que dice que un verdadero hombre(o mujer) cumple con una promesa, aunque él o ella no salgan beneficiados, y otro texto dice que la persona sabia calla, escucha y responde.
Procura responder con ¨cabeza fría¨, prudentemente, recordando que una promesa es un pacto que haces con alguien, y que en cada pacto que rompes destruyes poco a poco la confianza que otros tienen en ti, hasta quedar solo.
No prometas cosas que no cumplirás.
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